Un aillu o aillo (en quechua o aimara: ayllu) es una forma de comunidad familiar extensa originaria de la región andina con una descendencia común –real o supuesta– que trabaja en forma colectiva (véase ayni)
en un territorio de propiedad común. El aillu era una agrupación de
familias que se consideraba descendiente de un lejano antepasado común.
El curaca era el jefe del aillu y quien se encargaba de distribuir las tierras, organizar los trabajos colectivos y actuar como juez
de la comunidad. El cargo de curaca o jefe no se heredaba, sino que era
seleccionado a través de un ritual especial; en algunas ocasiones eran
nombrados directamente desde el Cuzco.
El imperio inca
se organizaba en aillus que tenían a su cargo una extensión de tierra
que les servía para alimentarse. Los miembros del aillu trabajaban su
tierra, pero también tenían la obligación de trabajar la tierra del
estado para que el estado pudiera alimentar a los gobernantes, a los nobles, al ejército, a los ancianos y a los enfermos que no podían alimentarse ellos mismos por sus cargos o su indisponiblidad.
El estado también guardaba comida en caso que un aillu tuviera una
emergencia que no les permitiera trabajar su tierra (por inundaciones,
terremotos o enfermedad de gran parte del aillu).
Los miembros de cada aillu también debían utilizar parte de su tiempo
para trabajar la tierra que se apartaba para los dioses y los líderes
religiosos.
Aparte del trabajo
ya mencionado, cada aillu debía proveer hombres para hacer obras
públicas como construir caminos, puentes y edificios públicos. A este
trabajo se le denominaba la mita.
Gracias a esta organización social, los incas lograron no sufrir
hambre y además lograron construir un sistema de caminos, escaleras y
puentes que comunicaban al vasto imperio inca y permitían que un mensaje
se pudiera enviar desde Cuzco a Lima en 10 días.
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